Estomatitis: cuando tu boca pide ayuda a gritos
Una llaga molesta, una mancha extraña o un ardor persistente pueden ser señales de alerta. Entendé qué es la estomatitis y por qué tu odontólogo es el mejor aliado para diagnosticarla y tratarla.
La boca es un universo complejo y, a veces, nos envía señales que no debemos ignorar. Una de las afecciones más comunes, aunque frecuentemente malinterpretada, es la estomatitis. Este término, que suena técnico y quizás algo intimidante, describe una inflamación generalizada de la mucosa bucal: las encías, la lengua, el interior de las mejillas, los labios o el paladar.
Lejos de ser una única enfermedad, la estomatitis es un cuadro clínico que puede tener múltiples causas y manifestaciones, convirtiendo actos tan simples como comer o hablar en una experiencia dolorosa.
¿Qué es exactamente la estomatitis?
Imaginá la piel que recubre el interior de tu boca como una barrera protectora. Cuando esta barrera se inflama, se enrojece, se hincha y se vuelve sensible, estamos frente a un cuadro de estomatitis. Puede presentarse de forma localizada, como una única úlcera (la clásica "llaga" o "afta"), o de manera más difusa, afectando a grandes áreas de la cavidad oral.
La sintomatología varía enormemente según la causa y la severidad del cuadro. Los pacientes suelen referir ardor, dolor agudo, dificultad para tragar, mal aliento e incluso sangrado. Comprender el origen es el primer paso para encontrar una solución efectiva, y para eso, la visita al consultorio odontológico resulta fundamental.
No todas las llagas son iguales: los tipos más comunes
Aunque existen numerosas causas, dos formas de estomatitis se llevan el protagonismo en la consulta diaria. Es crucial diferenciarlas, ya que su naturaleza y tratamiento son completamente distintos.
Por un lado, encontramos la estomatitis aftosa recurrente. Se manifiesta a través de aftas, que son úlceras redondeadas, de fondo blanquecino o amarillento y con un halo rojo muy característico. Son dolorosas, pero no son contagiosas. Su aparición se vincula con múltiples factores: estrés, pequeñas lesiones por un cepillado brusco o un mordisco accidental, cambios hormonales, predisposición genética o la ingesta de ciertos alimentos como los cítricos o el chocolate. Generalmente, estas lesiones curan por sí solas en una o dos semanas.
Por otro lado, está la estomatitis herpética, causada por el virus del herpes simple tipo 1 (VHS-1). A diferencia de las aftas, esta condición sí es contagiosa. Es muy común durante la infancia, en un primer contacto con el virus, y se conoce como gingivoestomatitis herpética primaria. Cursa con fiebre, malestar general y la aparición de múltiples vesículas pequeñas que, al romperse, forman úlceras muy dolorosas. En los adultos, el virus puede reactivarse, usualmente en los labios (el conocido "herpes labial"), pero también dentro de la boca.
Además de estas, otras condiciones pueden provocarla: infecciones por hongos como la Candida albicans (candidiasis oral), reacciones alérgicas a medicamentos o materiales dentales, y deficiencias nutricionales, especialmente de hierro, ácido fólico o vitamina B12.
Desde el sillón del odontólogo: diagnóstico y enfoque
Cuando un paciente llega a la consulta con lesiones en la boca, el primer paso es una minuciosa historia clínica y un examen visual detallado. El odontólogo no solo observa la lesión, sino que evalúa su ubicación, forma, tamaño y cantidad. Preguntas sobre tus hábitos, tu dieta, tu nivel de estrés o si las lesiones aparecen de forma recurrente ofrecen pistas valiosas.
En la mayoría de los casos, el diagnóstico es clínico. Sin embargo, si las lesiones son atípicas, no curan en el tiempo esperado (generalmente más de 15 días) o se sospecha de una enfermedad sistémica subyacente, se pueden solicitar estudios complementarios, como un análisis de sangre o una biopsia de la lesión. El odontólogo es el profesional capacitado para discernir entre un problema local y uno que podría ser el reflejo de una condición de salud general.
Alivio, tratamiento y prevención
El tratamiento de la estomatitis depende directamente de su causa. No existe una cura mágica, sino un abordaje específico para cada caso.
- Para la estomatitis aftosa, el objetivo es aliviar los síntomas. Se pueden indicar enjuagues bucales antisépticos sin alcohol, geles o sprays con anestésicos locales y, fundamentalmente, evitar alimentos picantes, ácidos o muy calientes que irriten la zona.
- En la estomatitis herpética, si se diagnostica a tiempo, el odontólogo puede recetar medicamentos antivirales para reducir la duración y la severidad del brote. Para el dolor, se recomiendan analgésicos.
- Si la causa es fúngica, se utilizan antifúngicos tópicos u orales.
Más allá del tratamiento específico, mantener una higiene bucal impecable es crucial. Un cepillado suave para no lastimar las lesiones y el uso de un cepillo de cerdas blandas son recomendaciones clave.
En conclusión, la estomatitis es mucho más que "tener una llaga". Es una señal de que algo en tu boca, o incluso en tu cuerpo, necesita atención. Ignorar lesiones persistentes o automedicarse sin un diagnóstico certero puede enmascarar problemas más serios. La boca es una ventana a tu salud general; cuidarla es una inversión en tu bienestar integral. Ante la duda, la consulta con tu odontólogo no es una opción, es una necesidad.