¿Qué es la protrusión lingual y cómo afecta tu salud bucal?
Descubrí por qué este hábito, habitualmente inconsciente, puede impactar la alineación de tus dientes y tu bienestar general.
La posición de la lengua parece un detalle menor. Sin embargo, cumple un rol fundamental en el equilibrio de nuestra estructura bucal. Cuando la lengua no descansa ni funciona en el lugar correcto, surgen inconvenientes, y uno de los más frecuentes es la protrusión lingual.
Este término describe el hábito de empujar la lengua contra los dientes frontales (incisivos) o entre ellos, ya sea al tragar, al hablar o incluso en reposo. Es un patrón muscular incorrecto que, sostenido en el tiempo, genera fuerzas indebidas sobre las piezas dentales.
Aunque es común en la infancia, puede persistir en la adultez si no se corrige. Por eso, identificarlo a tiempo es clave para evitar complicaciones.
Señales para identificar la protrusión lingual
Detectar este hábito no siempre es sencillo, porque suele ser involuntario. Prestá atención a estas señales, tanto en niños como en adultos:
- Posición al tragar: La lengua se interpone visiblemente entre los dientes delanteros en el momento de la deglución.
- Respiración bucal: A menudo, la protrusión se asocia con la dificultad para respirar por la nariz (por alergias, adenoides, etc.), lo que obliga a mantener la boca abierta y la lengua baja.
- Mordida abierta: Es la consecuencia más visible. Los dientes anteriores, superiores e inferiores, no logran contacto al cerrar la boca, dejando un espacio notorio.
- Dificultades en el habla: Pueden existir problemas para pronunciar ciertos fonemas, como la /s/, /z/, /t/ o /d/, produciendo un "ceceo" característico.
- Posición en reposo: La lengua descansa contra los dientes o asoma ligeramente entre los labios entreabiertos.
¿Por qué se produce este hábito?
La protrusión lingual no tiene una única causa. Generalmente, es el resultado de una combinación de factores que alteran el equilibrio muscular de la boca y la cara.
La deglución infantil, donde la lengua empuja para sellar los labios, es normal en los bebés. El problema surge cuando este patrón (llamado deglución atípica) no madura y persiste después de los primeros años de vida.
Entre los disparadores más habituales encontramos:
- Hábitos de succión prolongados (uso de chupete o succión del pulgar más allá de los 3 años).
- Obstrucciones respiratorias crónicas (alergias, rinitis, amígdalas o adenoides hipertróficas).
- Un frenillo lingual corto, que limita el movimiento de la lengua y le impide posicionarse correctamente en el paladar.
- Factores musculares o una hipotonía (bajo tono) en los músculos de la boca.
El impacto en tu sonrisa y más allá
La fuerza que ejerce la lengua, aunque parezca sutil, es constante y poderosa. Miles de veces al día, al tragar, esa presión se dirige hacia los dientes en lugar de hacia el paladar.
El resultado directo es el desplazamiento dental. Los incisivos se "ventilan", inclinándose hacia adelante, lo que provoca la mencionada mordida abierta o un marcado resalte (dientes "salidos").
Este desequilibrio no solo afecta la estética. Una mordida que no encaja correctamente dificulta la masticación y puede generar tensiones en la articulación temporomandibular (ATM). Además, la respiración bucal asociada reseca la boca, aumentando el riesgo de caries y problemas de encías.
Tratamientos: recuperando el equilibrio
La buena noticia es que la protrusión lingual se puede corregir. Sin embargo, el enfoque debe ser integral.
No alcanza con alinear los dientes mediante ortodoncia. Si el hábito muscular que causó el problema persiste, los dientes tenderán a moverse nuevamente una vez retirados los aparatos (un fenómeno conocido como recidiva).
El tratamiento pilar es la terapia miofuncional. Realizada por fonoaudiólogos o kinesiólogos especializados, consiste en una serie de ejercicios diseñados para reeducar la musculatura. El objetivo es automatizar un nuevo patrón:
- Reposo: Lograr que la lengua descanse suavemente contra el paladar, justo detrás de los dientes superiores.
- Deglución: Enseñar a tragar elevando el dorso de la lengua contra el paladar, sin empujar los dientes.
- Respiración: Fomentar la respiración nasal.
Una vez controlado el hábito, el tratamiento de ortodoncia (ya sea con brackets o alineadores invisibles) podrá realizarse con éxito y estabilidad a largo plazo.
Una correcta posición lingual es silenciosa, pero vital. No solo protege la alineación de tu sonrisa, sino que optimiza funciones esenciales como la respiración, la deglución y el habla. Si sospechás que vos o alguien de tu familia presenta este hábito, la consulta interdisciplinaria es el primer paso hacia una solución.

Estefanía Cañibano