Por qué sangran las encías y qué hacer para resolverlo
Conocé los motivos habituales del sangrado de encías, y la mejor manera de prevenirlo, o solucionarlo.
Si alguna vez notaste sangre al cepillarte los dientes o al morder una manzana, es posible que te hayas preguntado si es algo normal. Aunque a veces puede parecer inofensivo, el sangrado de encías es una señal de que algo no está del todo bien en tu salud bucal. No hay que entrar en pánico, pero sí prestar atención y, sobre todo, consultar con un odontólogo.
Las encías sanas no deberían sangrar. Son el tejido de soporte de nuestros dientes y, cuando están en buen estado, se ven firmes, de un color rosado y sin molestias. Sin embargo, cuando hay inflamación o sensibilidad, pueden empezar a sangrar con facilidad. Esto suele ser un síntoma temprano de gingivitis, una afección bastante común, pero que, si se deja pasar, puede derivar en problemas más serios como la periodontitis.
¿Qué puede estar causando el sangrado de encías?
El motivo más frecuente es la acumulación de placa bacteriana. Si no se retira correctamente con el cepillado y el uso de hilo dental, esta placa se endurece y se convierte en sarro, lo que irrita las encías y provoca inflamación. Este proceso puede empezar sin síntomas evidentes, pero con el tiempo, las encías se vuelven más sensibles y comienzan a sangrar.
Otro factor común es el cepillado inadecuado. Muchas veces, en el intento de limpiar bien los dientes, se usa demasiada fuerza o un cepillo con cerdas muy duras, lo que lastima las encías. La clave está en usar un cepillo de cerdas suaves y realizar movimientos suaves pero efectivos.
El uso de hilo dental también puede jugar un papel importante. Si no se usa con regularidad, las encías pueden sangrar los primeros días cuando se empieza a incorporar en la rutina de higiene. Sin embargo, esto debería mejorar con el tiempo, ya que las encías se fortalecen y se adaptan.
Más allá de la higiene bucal, hay otros factores que pueden influir. Por ejemplo, los cambios hormonales durante el embarazo pueden hacer que las encías sean más propensas a la inflamación y el sangrado. También ciertas deficiencias nutricionales, como la falta de vitamina C o K, pueden afectar la salud gingival.
El estrés y algunos medicamentos también pueden influir. Situaciones de estrés prolongado pueden debilitar el sistema inmunológico, lo que facilita el desarrollo de enfermedades en la boca. Algunos fármacos, como anticoagulantes o medicamentos para la presión arterial, pueden aumentar el sangrado de encías como efecto secundario.
Lo que se puede hacer para prevenirlo, o solucionarlo
La mejor estrategia es mantener una buena higiene bucal. Cepillarse los dientes al menos dos veces al día con un cepillo de cerdas suaves y usar hilo dental diariamente son pasos fundamentales. Además, el enjuague bucal puede ser un buen complemento, siempre que sea recomendado por un odontólogo.
Por otro lado, la alimentación también juega un rol importante. Consumir alimentos ricos en vitamina C, como cítricos, frutillas o pimientos, puede fortalecer las encías. También es clave evitar el exceso de azúcar, ya que favorece la proliferación de bacterias.
No menos importante, las visitas regulares al odontólogo hacen una gran diferencia. Un chequeo cada seis meses permite detectar cualquier problema en sus primeras etapas y recibir el tratamiento adecuado antes de que se convierta en algo más serio.
Dicho esto, si notás que el sangrado persiste, que las encías están muy inflamadas o que aparecen otros síntomas como mal aliento o sensibilidad dental, no dudes en hacer una consulta profesional. Muchas veces, con unos simples ajustes en la rutina de higiene y una limpieza profesional, se puede solucionar el problema sin mayores complicaciones.
En definitiva, aunque el sangrado de encías no siempre es motivo de alarma, sí es una señal que el cuerpo nos da para prestarle atención. Unos pequeños cambios en los hábitos diarios y una consulta con el especialista pueden marcar la diferencia para mantener una sonrisa saludable por muchos años.